Diez minutos más

Mi mamá, mi hermano y yo te esperábamos en el coche. Hacía calor y todos íbamos muy elegantes a la boda civil de Luis. Tú no salías y como era costumbre bajé por ti para presionarte. Te encontré vestido ya con tu traje gris, en el comedor y con el palo del trapeador encima de la mesa. “Le estoy poniendo un tornillo para que no se safe”, me dijiste. Te respondí que eso no era prioritario, que lo importante en ese momento era la boda de tu hijo. Además, dije, el trapeador lleva semanas así, ¿por qué tenías que arreglarlo en ese preciso instante? Con tu amable sonrisa me dijiste: tu hermano puede esperarse diez minutos porque estará casado el resto de su vida. Me reí contigo. … “Díganle a Nacho que la cita es a la 1:00, para que lleguemos a las 2:00 en punto”, decía mi mamá. Lo hicimos así durante años para que pudieras llegar a tiempo, pero ni eso funcionaba. Siempre encontrabas algo que hacer antes de salir de casa. Nunca te gustó que te presionaran y todos en la familia sabían que lle